Era una criatura extraña, mitad mujer, mitad pájaro, con cabeza y parte superior del cuerpo de una hermosa mujer y la parte inferior del cuerpo de un colibrí y una gaviota. Vivía en un mundo igualmente extraño e irreal, lleno de formas y colores extraños que cambiaban constantemente. Volaba libremente por el aire, sin destino y sin preocupaciones, hasta que un día se topó con uno.
Casos
se metio en problemas. Una sombra oscura cayó sobre ellos cuando una enorme red cayó del cielo y los atrapó. Ella luchó y gritó, pero ya era demasiado tarde. Estaba encerrada en una jaula que colgaba de una aeronave pilotada por un hombre que se presentó como profesor. Él dijo que era un explorador que quería explorar los misterios de este mundo y ella era
Su hallazgo más valioso.
La llamó su "fantasmagoría".
Estaba angustiada y asustada. No sabía qué pensar del profesor que la secuestró. Estaba atrapada en una red de mentiras y secretos de la que no podía escapar. El profesor le explicó que la llevaría en un viaje para explorar las maravillas del mundo. Pero ella sintió que algo andaba mal. Tenía que encontrar una manera de escapar de este mundo de pesadilla y descubrir la verdad. Lucharía para recuperar su libertad y revelar los secretos del Profesor.
Ella lo odiaba a él y a su jaula que le quitaba toda su libertad. Anhelaba el cielo y las nubes, el viento y la luz del sol. Ella lloró y suplicó, pero él no la escuchó. Dijo que quería estudiarla y entender qué era y de dónde venía. Dijo que quería ayudarla a darse cuenta de su verdadera naturaleza. Dijo que quería mostrarle algo.
La llevó hasta un espejo que colgaba de la pared de la jaula. Él le dijo que mirara adentro. Ella lo hizo de mala gana y estaba asustada. En el espejo no se vio a sí misma, sino a una mujer completamente normal que vivía en la tierra. Llevaba ropa y zapatos, tenía pelo y manos. Parecía una de muchos.
Ella no le creyó. Ella sacudió la cabeza y gritó:
"¡No! ¡Eso no es verdad! ¡Eso es una mentira! ¡No soy una mujer humana, soy una fantasmagoría! ¡Soy libre y feliz! ¡Quiero irme! ¡Quiero volver a mi mundo!
"Ese eres tú"
dijo el profesor.
“Esta es tu verdadera forma. No eres una fantasmagoría, eres una mujer humana. Sólo te convertiste en una mujer pájaro porque te perdiste en este mundo. Este mundo no es real, es sólo una ilusión creada a partir de tus sueños y miedos. Te encerraste en una jaula porque tenías miedo de la realidad. Pero puedo ayudarte a liberarte. Sólo tienes que creer en ti mismo”.
Pero cuanto más protestaba, más cambiaba su reflejo. Sus alas se encogieron y desaparecieron, sus plumas se convirtieron en piel, sus garras en dedos. Sintió que sus fuerzas menguaban y su alma se extinguía. Se convirtió en lo que el profesor quería mostrarle.
Se dio por vencida. Ella aceptó su destino. Se convirtió en una mujer humana.
El profesor sonrió satisfecho. Abrió la jaula y la dejó salir. Él dijo:
"Bienvenido a la realidad."
Ella lo siguió obedientemente. Había olvidado quién era.
Abordaron la aeronave que los llevaría a otro mundo. Un mundo al que el profesor se refirió como el “real”. Un mundo que ella no conocía y no podía entender. Un mundo que la asustaba.
Miró por la ventana y vio su mundo por última vez. El mundo que amaba y extrañaba. El mundo que ella pensaba era una ilusión. Vio los colores brillantes y las formas que cambiaban constantemente. Vio a los otros seres que eran como ella, mitad humanos, mitad animales. Vio el cielo y las nubes, el viento y la luz del sol.
Sintió una punzada en el corazón. Sintió un anhelo que no podía explicar. Sintió una chispa brillando dentro de ella.
Se giró y miró al profesor. Se sentó a su lado y le tomó la mano. Él le sonrió y dijo:
"No hay que tener miedo. Estoy contigo. Te lo mostraré y te lo explicaré todo. Te daré una nueva vida”.
Ella no le devolvió la sonrisa. Ella no sentía nada por él. Ella no sentía nada por sí misma.
Ella sólo sintió el vacío.
No supo cuánto tiempo estuvieron en la aeronave. Ella no sabía adónde iban. Ella no sabía qué esperar. Lo único que sabía era que no quería nada más.
El profesor habló mucho. Le habló de su mundo, de su trabajo, de sus planes. Él le habló de las maravillas que vería, las alegrías que experimentaría, el amor que él le daría. Él le habló de sí mismo.
Ella no lo escuchó. Todo lo que escuchó fue el sonido del viento, el rugido del motor, los latidos de su corazón. Sólo escuchó su propia voz susurrándole:
“Esta no es tu vida. Este no es tu mundo. Eso no es lo que eres”.
Cerró los ojos y trató de dormir. Intentó soñar. Intentó olvidar.
Pero ella no pudo.
Sintió algo dentro de ella. Algo que se agitó. Algo que se defendió. Algo que recordaba.
Sintió sus alas.
Abrió los ojos y se miró a sí misma. Vio sus piernas convertirse en plumas. Vio que sus pies se convertían en garras. Vio sus manos convertirse en alas.
Sintió un dolor en la espalda. Sintió que algo salía de su piel. Sintió que algo se extendía.
Sintió sus segundas alas.
Ella era una fantasmagoría.
Ella era libre.
Ella saltó y se alejó. Corrió hacia la ventana y la rompió. Ella saltó y se fue volando.
El profesor gritó y corrió tras ella. Él llamó:
"¡No! ¡Regresar! ¡Eres mío! ¡Eres mío!"
Él la alcanzó y por poco la esquivó. Se cayó por la ventana y cayó a las profundidades.
Él estaba muerto.
Ella estaba viva.